Programas de entrenamiento para padres, vinculados a mejor comportamiento de niños con autismo
Las estrategias de manejo del comportamiento parecieron hacer una diferencia, según un estudio.
Los programas de entrenamiento para padres pueden ayudar a mejorar el comportamiento de niños con autismo, según sugirió un nuevo estudio.
Los investigadores encontraron que luego de seis meses de entrenamiento o educación para padres, el comportamiento de los niños mejoró para los integrantes de ambos grupos, pero el beneficio fue mayor en el grupo de entrenamiento para padres.
"Hay evidencia sólida de que el entrenamiento de los padres reduce los problemas de comportamiento perjudicial en niños pequeños que no presentan trastornos del espectro autista. Pero a la fecha, el entrenamiento de los padres no se había puesto a prueba en niños con trastornos del espectro autista", dijo el autor del estudio Lawrence Scahill, profesor de pediatría en la Escuela de Medicina de la Universidad Emory en Atlanta.
Scahill añadió que este nuevo estudio es el segundo mayor ensayo aleatorizado de intervención conductual en niños con autismo.
Los resultados se publicaron el 21 de abril en la revista Journal of the American Medical Association.
Los trastornos del espectro autista son un grupo de problemas del desarrollo que pueden provocar importantes desafíos sociales, conductuales y de comunicación, de acuerdo con los Centros de Prevención y Control de Enfermedades de los Estados Unidos (U.S. Centers for Disease Control and Prevention, o CDC). El CDC estima que uno de cada 68 niños estadounidenses tiene un trastorno del espectro autista.
Los padres de niños con trastornos del desarrollo pueden sentir que ser referidos a entrenamiento para padres sugiere que carecen de las habilidades elementales necesarias para ser padres, pero no es así como deberían verlo de acuerdo con Stacey Broton, trabajadora social en el Hospital Infantil de Texas en Houston, quien no participó en el estudio.
"Los padres pasan una cantidad considerablemente mayor de tiempo con su hijo que cualquier otro terapeuta y necesitamos otorgar poder a los padres para que se vean a sí mismos como una parte integral del equipo de intervención", dijo Broton, quien trabaja en el Centro de Autismo del hospital.
Los altos números de padres que participaron y permanecieron en ambos programas de este estudio implican que estos padres se sintieron satisfechos con los programas, añadió Broton.
Los investigadores asignaron aleatoriamente a 89 padres recibir entrenamiento para padres y a otros 91 recibir educación sobre el autismo. Todos los padres tenían hijos de entre tres y siete años de edad que tenían un trastorno del espectro autista.
Ambos programas duraron seis meses e incluyeron aproximadamente 12 sesiones en persona y una o dos visitas en casa. Pero el programa de educación no enseñó estrategias de manejo del comportamiento.
Antes y después de los programas, los padres calificaron lo conflictivo o desobedientes que eran sus hijos en dos escalas de calificaciones. Un descenso de al menos 25 por ciento se consideró una mejora significativa.
El comportamiento conflictivo de los niños cuyos padres recibieron entrenamiento se redujo en un 48 por ciento en una de las mediciones, comparado con un descenso de 32 por ciento entre los niños cuyos padres recibieron educación. En la otra escala, las calificaciones fueron 55 por ciento más bajas para el entrenamiento de los padres y 34 por ciento menores para la educación de los padres, según mostraron los resultados.
Un profesional de la salud que no supo a qué programa asistieron los padres del menor también calificó las mejoras de los niños. Esa mejora fue de 68.5 por ciento para el grupo que recibió entrenamiento para los padres y de 40 por ciento para el grupo que recibió educación, según el estudio.
Los autores dijeron que las mejoras duraron al menos 48 semanas.
El programa de entrenamiento para padres se construyó sobre el modelo ABC, de acuerdo con Scahill. "A" representa el antecedente, situación o evento que viene antes de "B", el comportamiento del niño. "C" es la consecuencia, la respuesta del padre.
"Les enseñamos a los padres a identificar el antecedente, cosa que es clave para entender qué está impulsando el comportamiento", dijo Scahill. "La respuesta paternal puede reforzar inconscientemente el comportamiento inadaptado".
Él ofreció el siguiente ejemplo: si un niño tiene una gran pataleta cuando el padre le pide que se vista y el padre cede y viste al niño, esa respuesta refuerza el mensaje de que la pataleta funcionó.
"Los padres pueden aprender a alentar el comportamiento positivo en sus hijos, ignorar intencionalmente comportamientos menores o molestos y a responder eficazmente a comportamientos considerablemente perjudiciales", dijo Dinah Godwin, quien también es trabajadora social en el Hospital Infantil de Texas en Houston.
Godwin ofreció cuatro ejemplos de cambios que los padres pueden hacer a su propio comportamiento para influir positivamente en las respuestas de sus hijos:
- Aprender a dar instrucciones claras que son adecuadas para el nivel de desarrollo del niño, y no solo para su edad
- Establecer una rutina consistente de actividades diarias, como la hora de la comida y la hora de dormir
- Poner atención al comportamiento positivo en lugar de enfocarse solamente en el comportamiento negativo
- Establecer reglas claras en el hogar con consecuencias claras y consistentes para el mal comportamiento.
Siete de cada 10 niños mostraron una respuesta positiva en el estudio, de acuerdo con Scahill. Los investigadores aún no han terminado de analizar por qué algunos menores no mejoraron. Goodwin sugirió que una razón podría ser que una familia tenga otros problemas, como dificultades económicas o una falta de transporte que evitan que participen completamente en el programa.
Broton dijo que programas para los padres como estos suelen estar disponibles en áreas metropolitanas extendidas. Pero las familias en zonas rurales o alejadas pueden tener menos acceso a servicios, lo que incluye el entrenamiento para padres.
Otra barrera para algunas familias puede ser el costo, que varía considerablemente entre estos programas. Las sesiones de grupo pueden ser más baratas o incluso gratuitas, pero el entrenamiento individual para padres, de alrededor de 12 a 15 sesiones e impartido por profesionales médicos con títulos de maestría probablemente costarán entre $100 y $150 por hora, explicó Broton. Algunos planes de seguro pueden cubrir ese costo, si bien no todos lo hacen.
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