Unos escáneres cerebrales muestran diferencias en los adultos con autismo
Dos estudios recientes insinúan que el sistema inmunitario podría tener algo que ver con la afección
Unos escáneres cerebrales llevados a cabo en hombres autistas muestran diferencias marcadas tanto en el volumen de regiones específicas como en la actividad de las células que señalan una posible respuesta inmunitaria, sugieren dos estudios recientes.
Científicos de Inglaterra y Japón usaron imágenes por resonancia magnética (IRM) y tomografía por emisión de positrones (TEP) para examinar las variaciones anatómicas y celulares en los cerberos de personas autistas. Pero aunque las disparidades ofrecieron un vistazo más profundo al trastorno del desarrollo, del que se comprende poco, plantearon más preguntas sobre su causa y tratamiento que solo investigaciones posteriores podrán responder.
"Ahora hay una evidencia realmente firme de que el sistema inmunitario parece desempeñar un papel en el autismo, pero simplemente no sabemos cuál es ese papel", señaló Geraldine Dawson, directora científica de Autism Speaks, quien no participó en el estudio. "Hay una necesidad urgente de más investigación para comprender las causas y un tratamiento más efectivo para el autismo. El autismo se ha convertido en una crisis de salud pública, y debemos responder aumentando en gran medida la cantidad de investigación que se lleva a cabo para poder ayudar a las familias a hallar respuestas".
Los estudios aparecen en la edición en línea de esta semana de la revista Archives of General Psychiatry.
El autismo afecta a uno de cada 88 niños de EE. UU., y se caracteriza por problemas generalizados con las interacciones sociales y la comunicación, además de patrones conductuales e intereses repetitivos y restringidos.
El estudio japonés examinó los cerebros de 20 hombres con autismo usando TEP para enfocarse en las microglías. Las microglías son células que realizan funciones inmunitarias cuando el cerebro se ve expuesto a daños como el trauma, las infecciones o los coágulos. Las imágenes de la TEP indicaban una activación excesiva de las microglías en varias regiones del cerebro en los autistas, cuando se les comparó con un grupo de personas sin el trastorno.
"Esto plantea la pregunta sobre cuál es el papel de esas anomalías", señaló Dawson, quien también es profesora de psiquiatría de la Universidad de Carolina del Norte, en Chapel Hill. "¿Es esto algo que pueda ayudarnos a explicar las causas del autismo? ¿Es una reacción al autismo, o la respuesta del cerebro a un desarrollo inusual?".
"No tenemos las respuestas a esas preguntas, pero surgen en múltiples estudios, lo que sugiere que comprender el papel del sistema inmunitario en el autismo podría ser una vía para comprender su tratamiento", añadió.
El estudio británico usó IRM en 84 hombres autistas y un grupo emparejado de participantes sanos. Sugirió que los autistas tienen diferencias marcadas en el volumen cortical. Esas diferencias podrían relacionarse con sus dos componentes, el grosor cortical y el área de superficie. En general, los participantes autistas tenían un mayor grosor cortical en las regiones del lóbulo frontal del cerebro, y un área de superficie reducida en otras regiones del cerebro.
Christine Ecker, autora del estudio y profesora de neuroimágenes del Colegio del Rey en Londres, habló sobre esas diferencias cerebrales.
"También sabemos que alrededor del 50 por ciento de los individuos autistas tiene un cerebro anormalmente grande, sobre todo en la primera niñez, lo que sugiere que los autistas tienen una trayectoria de desarrollo cerebral atípica", dijo Ecker. "[Las diferencias en la anatomía cerebral en esas áreas] se correlacionan altamente con la gravedad de los síntomas de autismo, pero todavía necesitamos establecer cómo las diferencias específicas en el área de superficie y en el grosor cortical afectan los síntomas y rasgos del autismo de forma más amplia".
Dawson, quien escribió un editorial que acompaña a los estudios, anotó que en la última década ha observado una explosión en las nuevas investigaciones sobre el autismo, aunque todavía opina que falta financiación para ese trabajo por parte de las agencias federales.
"Ha sido increíble ver no solo el número de científicos nuevos que comienzan a dedicar sus carreras a la investigación sobre el autismo, sino también la calidad de esos científicos", planteó Dawson. "Pero a pesar del hecho de que nos sentimos emocionados y animados por el aumento en el número de publicaciones, seguimos sintiendo que el progreso es demasiado lento".
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