El autismo es una discapacidad invisible que se convierte en un potenciador de la exclusión social.
En nuestro país no existen estadísticas concretas, se estima que alrededor de 45 mil niños lo padecen. La causa exacta es difícil de determinar, pero los estudios científicos han arrojado que puede deberse a factores genéticos como un sistema inmune deficiente, o ambientales, por la exposición a agentes químicos durante el embarazo.
También influyen factores orgánicos como la desnutrición y alteraciones hepáticas. Este trastorno no tiene cura; sin embargo, con un diagnóstico y atención temprana se puede lograr mejorar la calidad de vida de los niños hasta en un 50 por ciento de los casos.
Para acabar con las ideas equívocas y los mitos de este trastorno, en 2009 diversas asociaciones, padres de familia y profesionales iniciaron una campaña para que la Real Academia Española cambiara la definición de autismo en su diccionario.
La propuesta era quitar el término definido como "un síndrome esquizofrénico caracterizado por una incapacidad congénita de establecer contacto verbal y afectivo", a cambio de un concepto más acertado, definiéndolo como "un trastorno del desarrollo que afecta a la comunicación y a la interacción social caracterizado por patrones de comportamiento restringidos, repetitivos y estereotipados".
Los niños diagnosticados con el trastorno del espectro autista, presentan una combinación de las siguientes conductas: pobre interacción social, aislamiento, evitan el contacto físico, tampoco hay contacto visual, es decir, no te ven a los ojos, giran objetos, se apegan mucho a los objetos, comienzan a reír sin motivo, y llegan a tener poca sensibilidad al dolor.
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